Nunca había estado en un edificio tan grande, tan alto, con tantas puertas.
Yo acababa de llegar, me sentía perdido y pregunte por ella, solo me respondieron con un escueto baja al sótano.
Tras un par de tramos de escalera, y en un espacio que parecía una sala de autopsias la vi, de espaldas, cubierta por una sabana blanca que apenas mostraba sus formas, toda ella cubierta y yo en el rellano mirándola.
...¿Alguien me puede atender?
Nadie respondía, solo se oía un ligero murmullo, ligeras vibraciones en el aire y tu cerebro intentando imaginar que ella esta debajo de esa sabana blanca.
Opte por sentarme a esperar, en el suelo, mientras cogía uno de los muchos manuales apilados, esperando que alguien reparara que había llegado. Ansiaba un Hola.
Tras un rato sentado en el frío suelo me acerque, intentando deslizarme para que no retumbaran mis pasos, ni el sonido de mi corazón que parecia se disparaba..
Era la primera vez que estaba a solas con ella, aunque ella ni siquiera se había percatado de mi llegada. Eran muchas las horas de trabajo que había invertido para intentar tenerla cerca de mí, llevaba mucho tiempo deseándola en la sombra y soñando con este día, quería que fuera perfecto. No había nadie para presentarnos, ¿por qué?.
Realmente poca gente sabía a que se dedicaba, que hacia por las noches, quien era el dueño de su mas preciado secreto, quien la acariciaba, como se estremecía, pero todos los que la habían conocido habían caído rendidos a sus encantos. El día que oí su nombre por primera vez me atrajo, desde ese día y desde que me contaron sus historias con algunos amigos no dejaba de desearla más y más.
Solo soñaba con rozarla, acariciarla, sentir su calor, su verde mirada, y en deslizarme, recorrerla entera, llenarle todos sus orificios con partes de mi y decirle tantas cosas que tenia en mi cabeza a sabiendas que ella me resolviera las dudas. A sabiendas que ella era mi mayor objeto de deseo, que si ella no hubiera aparecido hoy mis días no seria lo mismo, y que en el momento que ella fuera mía y yo de ella, nada nos podría separar.
Que me descubriera,
que yo la descubriera,
porque yo la amaba y deseaba tanto que mi vida era fantasear con ella,
llenaba mis días y mis noches con miles de líneas que quería contarle.
- Bito, Bito...¿has llegado?¿dónde estas?
Me di la vuelta y me encontré con mi mejor amigo. Estábamos encantados de poder estar juntos y por primera vez sentí un pensamiento de celos, podía ser un competidor, no me lo había planteado.
En voz baja le dije:
- No deberías llamarme Bito, eso es algo nuestro.
- Quien lo va a saber, aquí nadie se entera, ...mi mirada se dirigió hacia ella....el lo noto
- Ven que te la presento.
Se acerco por detrás, posando su mano sobre esa blancura extrema con la que cubría la sabana, la miró y le dijo muy bajito:
- Este es tu nuevo dueño, deberás obedecerle, darle todo lo que te pida, sus ordenes serán prioritarias, desde este momento le perteneces, a sabiendas que ella no lo oía.
No ocurrio nada, siguió inmune a sus palabras, era normal, dormitaba envuelta sobre una tela, allí en su lecho de paredes blancas, sola, sin apenas ruidos, sin alteraciones, solo pequeñas vibraciones de su profundo sueño, simples vibraciones que decían estoy viva.
Empezó a subir las escaleras, al tiempo que se dirigía a mí con ese tono sarcástico que sabía que yo odiaba:
- Tócala, dile algo, no es lo que llevas tiempo deseando, tenerla sola para ti, que tu fueras el único que la poseyera. Ahí la tienes, hazla tuya.
Umm..no se que hacer, es la primera vez que estoy con ella, ahora mismo he olvidado todo lo que tenia pensado, no me salen las palabras, me siento paralizado.
Vale, te dejo a solas con ella, toma esto, te hará falta, deberías empezar por meterselo, hasta el fondo, si no lo tiene bien dentro no es capaz de hacer lo que tu quieres. Una vez que se lo metas, enrojecera y te lo agradecerá con un simple mirada, de un verde intenso y sabrás que en ese momento es verdaderamente tuya. En un rato bajo y nos tomamos unas cervezas para celebrarlo.
Cogí aquel artefacto, de plástico negro, lo tuve entre mis manos unos minutos intentando darle calor. Lo acerque a mis labios dándole un beso. Estaba frío, demasiado frió. Desconozco la razón de porque me lo lleve a los labios, porque lo bese, solo quería que llevara algo mío, de mi cuerpo.
Intentaba imaginar sus contornos a través de la sabana, me imaginaba acariciándola despacio, manteniendo la respiración, no atreviéndome a descubrirla, me daba miedo que despertara a los sentidos, quería ser el primero en tocarla, en sentir como vibraba con el roce de mis dedos, como se abría para dirigirme una mirada. Mis manos sudaban, mi sexo palpitaba, y ella ajena a todo seguía inmóvil, cubierta por la sabana.
Nunca había visto otra, jamás había estado tan cerca, se apreciaba estrechita.
Me acerque a ella, rozándome sobre sus extremidades para estar muy cerca, para meter mis manos debajo de aquellas sabanas y recorrerla toda.
Me gustaba la presión que sentía en todo mi cuerpo, el sudor, estaba a punto de estallar todo en mí, mi miembro, mi cabeza, mis manos...Empecé a recorrer todo el suyo, cada centímetro, tan suave, sin apenas rozarla, sin que mis dedos fueran perceptibles, disfrutando de cada centímetro. Acerque suavemente mis dedos a su pequeño orificio. De izquierda a derecha, de derecha a izquierda, recorriéndolo muy despacito para notar cualquier pequeña imperfección, despacio, muy despacio, poco a poco, aprendiéndomelo de memoria e intentando contenerme unos segundos más. Nunca me había planteado así nuestro primer encuentro. Pensé que sería algo mas romántico, pero creo ella estaba preparada para obedecerme y que era yo el único que podía tomar la iniciativa.
Ya no había marcha atrás, era nuestro momento, el más deseado de todos cuanto recuerdo, el que miles de veces había imaginado.
Poco a poco lo fui deslizando, milímetro a milímetro, despacito para no romperla la primera vez, notando como a cada segundo tenía un pequeño estremecimiento, un inapreciable movimiento, un ligero murmullo, y cuando llegue al fondo, volví a recorrer con mis dedos su raja, buscando el botoncito que la hiciera descargar en mí, y derramando una lagrima la mire entregado, note que se sonrojaba y su mirada me dijo:
PROGRAM Holamundo(output); BEGIN WriteLn('¡Hola mundo!'); END.
Hola mundo |
Jamás he sentido algo tan intenso, jamás la olvidare. Ella me dio tanto placer que difícilmente podré olvidar mi primera vez.