Relato. Amistad I

Esto es otro extracto de varios cuentos que estoy escribiendo sobre la amistad.

Siempre ha habido pueblos que han creído en leyendas, en mitos, e incluso en la inmortalidad.
Claramente, lo único que falla en tu caso es la inmortalidad corpórea, pero...siempre has estado en mi memoria.
Siempre había creído en la amistad y en lo que ello significa.
No se me ocurriría ir contando tu vida a nadie, no es mi estilo.
Tampoco cuestionar que haces o no haces.
Esas cosas te las digo a ti directamente, te duela o no, es lo mismo, lo importante es que tengas otra visión.
Pero lo que mas me duele, es que no me digas las cosas directamente.
Que uses terceros.
Que airees tu ira contra mí.
Que amenaces mis silencios.
Sobre todo, y a estas alturas, porque yo soy incapaz de hacer ningún tipo de comentario sobre tu persona. Deberías saberlo.
Yo he creído en la amistad. Y tú en que, ¿en la venganza?.
A estas alturas dejan de sorprenderme cosas, pero ...no puedo dejar de pensar que hubo días en que confiabas en mí.
Yo seguía haciéndolo.

12 de septiembre

Siempre era un día especial.
Era el que cerraba el verano.
Desde primera hora se notaba la agitación en la casa. Limpiaban el patio, y preparaban las mesas.
A media mañana llegaba el panadero, y le servían el café con un pastelito especial.
Dejaba un saco de harina con el pan.
Meter la cabeza en el saco era estupendo, ese crujir del papel, y la pequeña nube de partículas de harina cada vez que abrías y cerrabas el saco.
Una gran orza lavaban por la mañana. Todo el año en lo alto de la despensa, y esa mañana, era lavada. Y la llenaban de azúcar, melocotones a trocitos y ramas de canela.
Y ese bidón de vino tinto, que tanto manchaba, al que no nos dejaban acercarnos ni probar a los niños.
Con las uñas rallábamos el bloque de hielo. Que grande, que frío, que pesado, que martirio pegar los dedos y mantenerlos. Que agradable al medio día acercar la mejilla y notar como respiraba el bloque de hielo.
Y por la tarde, un rosario de visitas. O unas visitas de rosario. Todas las amigas rezando, a las cinco de la tarde, delante de aquella virgen portatil con puertas. Con puertas que abrían para el rosario y ranura para las monedas. Terminado el rosario, cierre de las puertas y mantel blanco.
Café con pasteles de El Sol. Con tortas de cabello de angel. Y pequeños pastelillos de Lopez Mezquita.
Y por la noche, verbena, con la sangría y muchos pastelillos salados, ensaladilla de gambas, patatas fritas de la calle Molinos y un sinfín de personas.
Desde que murió mi abuela no hemos vuelto a celebrar el 12 de Septiembre.
Para todas las Marías.

Tristeza

Tengo a mi caniche muy malito. He pasado toda la noche a su lado.
Acabo de llegar del veterinario, dice que ha tenido un síncope, y que tiene graves problemas cardíacos. Le han hecho varias pruebas y le han puesto medicación.
Mañana iremos al cardiologo.
Sí, suena raro, existen cardiologos caninos, en concreto este es un especialista en ecocardiografías.
Lo cierto es que es mayor, en Octubre cumple 12 años, pero no quiero ni pensar que él no este en casa. Es el único que sale a recibirme moviendo su colita.

Trilogía Millenium.

Pues sí, ya he terminado esta trilogía. La razón que me llevó a leerla fué el articulo de Mercé Mollist. Si ella había hecho el esfuerzo de ir al cine para opinar, yo leería la trilogía para tener una visión completa.
Realmente la novela cuenta con todo lo que se pide para ser un best-seller, véase, acción, sexo, política...
El personaje central es el que realmente atrae, una joven, que como no iba a ser underground, con graves problemas sociales y de relación y...hacker.
Me ha resultado un tanto tostón de leer, porque, en definitiva, lo veo como una denuncia a las instituciones democráticas, envueltas en un halo de espionaje y con una superdotada mujer que es capaz de cualquier cosa.
Si alguien conoce a una mujer así, le ruego la redirija a mí, porque dudo mucho que existan, o al menos, que se den a conocer.

Relato. Baraja.

Yo siempre había confiado en ella, nada me hacia pensar lo contrario.
Oía sus palabras a pie juntillas.
Jamás las cuestionaba, sentaban cátedra. ¿Por qué no confiar y ser su cómplice?
Sus insinuaciones puestas en mi cabeza eran pequeños versículos.
Nada me hacia desconfiar, ni las lenguas mas afiladas que me insinuaban lo vulnerable que yo era al verbo.
Todo eso se acabó.
Sin más.
Una tras otra fueron cayendo sus enrevesadas palabras sobre mí, y empecé a ver, que el rojo que ella describía era simplemente un mangeta subido.
Yo que le había dado techo y alimento.
Todo vale en el juego.
Todo hasta que tiré la baraja y salí del circulo en el que las palabras ya no tenían valor.
A veces es mejor tirar una baraja que contar las cartas que faltan.
Porque...para qué quedarse con la baraja si ya no quieres jugar.

Mapa de los sonidos de Tokio

No puedo evitar comentar lo maravilloso que me ha parecido el libro de Isabel Coixet.
Me suenan como si estuviese en ese preciso instante.
Escandalosos sonidos.
Libro imprescindible para devorar en una tarde con vodka muy frio, en tumbona, desnuda al sol.
Y regar los recuerdos con canciones, sonidos de agua, burbujas.
Y ducharse.
Embadurnarse con olor a cítricos.
Vestirse para un gran evento
E irse a cenar de negro, con tacones altisimos, sola con mi espiritu.
Y degustar sashimi de pez mantequilla con sake helado.
Y pensar en la cantidad de sonidos que nos perdemos a diario.
Gracias Nieves por la recomendación y por la tarde tan estupenda, que no es necesaria la presencia para sentir los sonidos de las sombras.