Celibato gastronómico. La Gloria, Churriana de la Vega.

Ays....y despues de tres meses llego el momento tan esperado, y fue...glorioso. En estos tres meses he perdido diez kilos y este celibato me ha traido sobretodo un recuperar el control.
El sitio elegido fué La Gloria. Y realmente es dificil no sentirse en la gloria con la cantidad de argumentos y el despliege de sentidos de este local. Un buen momento sin duda es cuando te presentan la factura, y no pagas tú, pero realmente, pagar o no pagar este disparate para los sentidos es lo de menos, disfrutad de estas cosas es un acto para compartir, para divertir los sentidos y sobretodo, para darnos cuenta de hasta que punto somos refinados los seres humanos. Redescubrid que no somos simples humanos, que somos sobretodo, personas.

El sitio precioso, con una decoración mezcla de detalles decó y neoclasica.

La mantelería, exquisita, de un hilo teñido en un azul índigo.

Las copas, preciosas, Riedel sin lugar a dudas.

Y cada preparado, cuidadosamente emplatado en diferentes vajillas, y por supuesto, los platos calentados.

Para beber, un Señorio de Nevada, en variedad Syrah Merlot 2005.

Y el menú, increible.

Aperitivo de bacalao con mozarrella y hierbas, cubierto de un mouse de tomate, y adornado con unas tiritas de peperoni secci.

Delicioso, la mozarella muy batida con las finas laminas de bacalao. La espuma de tomate, con cebolla confitada y ligeramente dulce. Y el punto del aceite ligeramente picante del peperoni, fantastico. La mezcla del tomate y el peperoni insuperable.

Presentado en un vaso bajo, sobre un plato blanco liso.

Ensalada de ave escabechada con vinagreta de dátiles, piñones y gambas.

De abajo a arriba, finas laminas de ave escabechada, muy suave el escabeche y me inclino por pensar que era pechuga de faisan. En medio brotes de escarola, aliñados con parte del escabeche, y unas hojitas de archicoria. Coronado con mas laminas de ave escabechada y unos brotes de alfalfa. La salsa, con el datil mixturado y algun toque de naranja, imagino que usando un vino dulde para la vinagreta, cubriendo la composición. Plato de estilo zen.

Risoto de hongos con vieira a la plancha.
Sobre un risoto con hongos, y finas laminas de sal maldón, un medallón de vieira a la plancha, con sal de ligero ahumado imagino que de haway.
La vieira impresionante, tanto por la textura como por el punto de plancha. El risoto, muy liviano, con crema y creo que un poco de leche de coco para suavizarlo. Y los trocitos de hongos perfectamente cortados, muy gelatinosos, y perfumados con la sal.
La presentación en copa de coctel , de pie larguisimo.


Tacos de calabacín rellenos de caviar de berenjena y cezina, con ensalada de espinacas baby y queso fresco.
La textura del calabacin, ligeramente escaldado contrastaba con la suavidad de la berenjena, y los crujientes de cezina.
Un gran esparrago coronaba la ensalada, que incluia unos brotes de (ays, nunca me acuerdo), de rabanillos.
Decorado con una salsa de modena.
Lo más delicioso, el punto del calabacín.


Milhojas de foie con manzana caramelizada y sopa de cabrales.
De abajo a arriba, manzana planchada, foei planchado, y manzana planchada, con el hueco central relleno de un caramelo.
El foei se fundía en la boca, muy fino, pasado ligeramente por la plancha. La sopa de cabrales, increible, realzando los sabores de la manzana y el foei. Texturas cremosas, acidas, fuertes. Memorable.



Bacalao braseado con parillada de verduras de la vega.
De destacar el bacalao, lomos perfectamente desalados y la textura de las verduras, en especial, el esparrago.
Colosal las verduras y el punto del bacalao.

Rabo de toro deshuesado con tallarines de patata y calabacín.
Finisima croqueta de rabo de toro, con una besamel ligeramente especiada y los trocitos de rabo de toro.

Tallarines de zanahoria ligeramente fritos.





Bizcocho de nueces con chocolate, requesón, sopa de yogur y frutos rojos.
De increible la textura del requesón, tan dulce y tan cremoso debido al proceso de emulsión a mano. El yogurt tan fresco, en un cubilete de barquillo bañado en chocolate.
Este requesón es increible, no dejad de probarlo, perfecto.




Espuma de pistacho con toffee, bolitas de cacao y granizado de frutas del bosque
De quitarse el sombrero el granizado de frutas del bosque. Introducir la cucharilla desde arriba y llevar una pequeña porción de cada componente. El frio del granizado, el crujiente de las pequeñas bolitas de merenge de cacao, la cremosidad del pistacho.
De querer no dejar que pasen los segundos mientras se funde los cristales del granizado. Experiencia sensorial no mundana.



Y como colofón un Montecristo, en un delicado cenicero de cristal de murano.


Porque despues de todo esto, no te entra ni humo.




Una noche memorable.
Vamos, que me he vuelto a poner a dieta, para repetir proximamente la experiencia.